La necesidad de trascender la pluriculturalidad
A pesar de todo lo expuesto hasta ahora, el concepto de pluriculturalidad no resulta
totalmente satisfactorio.
Se trata de un concepto descriptivo. Nos dice que en
un determinado territorio coexisten grupos con culturas distintas, pero el concepto
no atañe a la relación entre las culturas. No califica esta relación, y al no hacerlo,
admite relaciones de explotación, discriminación y racismo. En efecto, es posible
ser multiculturales y racistas.
Por eso acudimos al concepto de interculturalidad. No se trata de un concepto
descriptivo, sino de una aspiración. Se refiere a la relación entre las culturas y
la califica. La interculturalidad supone que entre los grupos culturales distintos
existen vínculos basados en el respeto y desde planos de igualdad. La interculturalidad
no admite asimetrías, es decir, desigualdades entre culturas mediadas por
el poder, que benefician a un grupo cultural por encima de otro u otros. Como
aspiración, la interculturalidad es parte de un proyecto de nación.
También son varios y diversos los fundamentos de la interculturalidad. Mencionaré
dos de ellos:
La filosofía de la otredad
Las bases filosóficas de la interculturalidad se refieren a la forma en que se aborda
al otro diferente:
1. Desde una postura filosófica que considera que hay culturas superiores
y que, por lo mismo, es necesario que el otro borre su diferencia para
poder establecer una relación desde planos de igualdad, se transita con
claridad al polo opuesto: a la postura que sostiene que el otro puede y
debe crecer desde lo que es, desde su propia identidad.
2. Desde una postura filosófica que conduce a concebir al otro diferente
como una amenaza a un planteamiento radicalmente opuesto que asegura
que el contacto con el otro diferente me enriquece.
3. Desde una visión de “cultura” en singular –incluyendo la convicción de
que la puerta de entrada a la esta cultura es la escuela– a un planteamiento
de “culturas” en plural, cuya presencia múltiple asegura la vida.
Esta postura sostiene, además, la imposibilidad de juzgar la superioridad
de una cultura sobre otra en un determinado momento de la historia.
Históricamente, y desde posturas éticas específicas, sí es posible hacer
estos juicios de valor.
4. Y desde una concepción de que las culturas son estáticas y las identidades
son fijas a una concepción de las culturas como vivas, dinámicas,
adaptables y promotoras del cambio. Una de las principales fuentes de
dinamismo de una cultura es el contacto con otras culturas, más aún si
éste se da desde la base del respeto.
Tomado de > Schmelkes, S. (enero-junio, 2013). Educación para un
México intercultural. Sinéctica, 40. Recuperado de http://www.sinectica.iteso.
mx/articulo/?id=40_educacion_para_un_mexico_intercultural
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